La primera
impresión de Túnez es de una típica ciudad colonial con una arquitectura
moderna y grandes calles comerciales que conducen a callejones oscuros donde
progresivamente los desgastados edificios coloniales dan paso a la arquitectura
tradicional, a un laberinto de callejuelas estrechas y casas bajas
herméticamente aisladas de las calles pero abiertas hacía vívidos patios, como
es común en los países musulmanes. De vuelta al centro, cuadras enteras de la ciudad,
donde se encuentran embajadas y ministerios, están aislados con barreras de
alambre de púas y guardias armados hasta los dientes, un vivo recuerdo de que
esta ciudad ha sido recientemente escenario de grandes conflictos.
La medina (ciudad vieja) es un viaje a la vida
económica de la ciudad, cuando uno consigue escapar de las tiendas de artesanía
y regalos dirigidos a los turistas, llega a las tiendas que venden copias:
pantalones, gafas de sol, sombreros, relojes con las anheladas marcas del
capitalismo global, hechos en China para aquellos consumidores de segunda clase
que desean sentir el poder mágico de los símbolos del consumismo, pero no
tienen los ingresos necesarios para adquirirlos. A continuación, tiendas de
artesanos y vendedores de todo tipo de productos y alimentos, y después bazares laberínticos, con puestos de cosas de segunda
mano: ropa, zapatos, artículos para el hogar. Y, por último, los talleres de
artesanos donde se puede reparar cualquier cosa que esté desgastada o rota,
desde televisores y zapatos hasta muebles y ropa. Una interesante mezcla de
consumismo occidental y la "cultura de reparación" que existe en
países como la India, donde no existe el concepto "usar y tirar", sino
las cosas se reparan, se usan y se vuelven a reparar.
Primavera Árabe
Los activistas
árabes hablan con amargura sobre de las "revoluciones traicionadas" de
2011. En Egipto, el levantamiento popular fue una expresión muy autentica del
descontento de la gente con la extrema desigualdad social, la represión, el
conservadurismo. La revolución se caracterizó por intensa lucha de clases,
huelgas, confrontación con el régimen y la autogestión ejemplar de la vida
cotidiana con la plaza Tahrir como epicentro. Los islamistas de los
"Hermanos Musulmanes" se unieron a los manifestantes de la plaza
Tahrir mucho después, cuando estaban ya seguros de que la protesta tenía apoyo
popular y duración, y que no se comprometía su posición sistémica por su participación.
A través de su poder de movilización y financiación como partido político,
lograron conducir la protesta hacía asuntos religiosos y dejar al margen a los
manifestantes iniciales, quienes tenían serias demandas políticas y sociales. Con las
elecciones, y con la complicidad del ejército que tomó el poder después de la
caída de Mubarak, los islamistas llegaron a conquistar el poder estatal.
Inmediatamente comenzaron la falsificación de la historia de la rebelión y la persecución
de los militantes más radicales. Estos últimos respondieron con iniciativas de
autogestión en los barrios y las comunidades, con la creación de asambleas de
barrio y de redes de distribución de alimentos y energía. En algunas áreas,
como Port Said, los nuevos conflictos dieron
lugar a breves pero extensos experimentos de autogestión después del abandono
de la ciudad por las autoridades. Una parte de los manifestantes de Tahrir se volcó
al juego electoral, con la creación de un frente de grupos y partidos de
izquierda denominado "Alianza Socialista Popular", donde, según algunos participantes, conviven
armoniosamente desde anarquistas hasta estalinistas.
Por desgracia,
muchas de las asambleas de barrio pasaron a ser controladas por miembros de los
"Hermanos Musulmanes", por lo que se volvieron hacía demandas
islamistas y conservadores y poco a poco fueron disueltas o incorporadas en las
estructuras del partido en el poder. La revolución, sin embargo, permanece viva,
ya que Egipto está casi en un estado de guerra civil de baja intensidad, con el
gobierno islamista y sus aliados Salafistas (violentos fascistas musulmanes)
por un lado, y una multitud de organizaciones, asambleas, partidos e individuos
con auténticas demandas sociales y políticas por el otro. A pesar del enorme
derrame de sangre, las luchas del pueblo y de los trabajadores han conocido
grandes derrotas, ya que Egipto está atrapado en las garras del FMI, e igual
que en Grecia, un ataque frontal a los derechos políticos, sociales y laborales
es el requisito previo para la aprobación de los préstamos.
En Túnez, la
historia es similar, con el detalle añadido de que el líder del "Frente
Popular", una coalición electoral de grupos izquierdistas que surgió de la
revolución de 2011, fue asesinado con un disparo en la cabeza hace un mes,
probablemente por los mercenarios del gobernante partido islamista.
El decimotercero
Foro Social Mundial
El Foro tiene
lugar en el enorme campus de la Universidad de Túnez, durante tres días con 100
eventos paralelos en cualquier momento, 1100 en total, organizados de manera completamente
descentralizada por una serie de organizaciones de todo el mundo. Armados con
un programa de tamaño de periódico y un mapa mal dibujado, los 60.000
participantes a menudo tienen que caminar hasta media hora para ir de un evento
a otro, siempre corriendo el riesgo de no encontrarlo. Por el camino cruzan una
fiesta interminable con puestos de cientos de organizaciones y tiendas que
venden artesanías, souvenirs, libros y alimentos. Parte del festival son también
unas "asambleas" masivas sin contenido específico, pero que ofrecen
mucho espectáculo. En una de ellas, algunos marroquíes nacionalistas subieron
al escenario para atacar a unos habitantes del Sáhara Occidental, que lucha por
su independencia de Marruecos. Las contradicciones del Foro son obvias, ya que
no hay ninguna coherencia entre los movimientos que participan. Comunidades en
defensa de sus tierras y de sus sistemas de gobierno locales tuvieron sus
reuniones al lado de las de organizaciones que promueven la participación de
las mujeres en los gobiernos de los países árabes. Movimientos de
cooperativismo radical, y de autosuficiencia de la comunidad coexisten con
movimientos que piden más puestos de trabajo para los graduados universitarios.
El Foro Social Mundial es tan grande que la experiencia de cada uno de los
participantes es completamente diferente, y no se puede tener una visión
completa y global de los acontecimientos. Los más concentrados y productivos de
los asistentes pueden participar en un máximo de 10 de los 1100 eventos. Esto
significa que cada cual asiste en lo que más le interesa, y, finalmente, todos
se van contentos. No existen espacios donde las opiniones y puntos de vista opuestos
puedan encontrarse y entrar en debate.