Publicada en www.diagonalperiodico.net
La plantilla de trabajadores gestiona una fábrica de materiales de construcción tras el abandono de los empresarios. La iniciativa desata una red de solidaridad.
La
primera fábrica recuperada bajo control obrero en Grecia entró en
funcionamiento el pasado 12 de febrero. Después de dos años en lucha,
los trabajadores de la empresa Viomijanikí Metaleftikí (Vio.Me), en
Tesalónica, que elabora materiales de construcción, han dado otro paso y
han empezado a producir prescindiendo de los empresarios y
organizándose de manera horizontal. Hablamos con Theodoros Karyotis, de
la Iniciativa de Solidaridad con Vio.Me.
¿Cómo era la situación anterior, antes de que la plantilla se hiciera con el control de la fábrica?
Este conflicto viene desde hace dos años. Los trabajadores, como en
cualquier otra lucha obrera, de las tantas que hay en Grecia, intentaron
primero conseguir el pago de los sueldos que se les debían. Pero no
tuvimos éxito, la empresa estaba en quiebra. Entonces surgió entre los
trabajadores la idea de cobrar en acciones, pero se dieron cuenta de que
heredarían con ellas todas las deudas de la empresa. Por eso trataron
de llegar a un acuerdo con los propietarios. Pero éstos no quisieron
darles información ni facilitarles nada y finalmente abandonaron la
fábrica. Pero Vio.Me, en sí, no había quebrado, porque elaboraba
materiales de construcción para la empresa matriz, Filkeram.
Cuando ésta quebró, Vio.Me pasó a ser uno de sus activos, bajo el
control de un administrador, que intentó liquidar la fábrica para pagar a
los acreedores. Entonces los trabajadores estaban en contacto con este
administrador y negociando todo por la vía legal. Pero se dieron cuenta
de que pasarían años antes de que se celebraran los juicios y, mientras,
sus familias pasarían hambre. Por eso decidieron asumir la producción,
sin tener la aprobación de los propietarios.
¿Fue entonces cuando se generó la solidaridad con los trabajadores?
Cuando tomaron esta decisión, a mediados del año pasado, los
trabajadores intentaron buscar alianzas. No tenían ninguna filiación
política, sólo un proyecto claro en su cabeza: asumir el control de la
empresa empleando la democracia directa. Por eso la mayoría de los
partidos políticos no querían vincularse, les parecía demasiado radical.
La izquierda institucional no se pronunció o más bien lo hizo con
muchas dudas e incluso algunos lo rechazaron. Sí respondieron los
movimientos sociales, especialmente los que luchan por la autogestión.
¿Qué experiencias se han tomado como referencia?
Para recuperar la fábrica nos guía el ejemplo de Argentina, es un
referente de autogestión. Por eso trajimos a Lalo Pared, del Movimiento
de Empresas Recuperadas de Argentina, que nos aportó su experiencia y
calor humano. Nos dijo que no es fácil recuperar una fábrica, pero que
es una experiencia transformadora, que te cambia como persona.
Y fue entonces, en septiembre pasado, cuando los últimos trabajadores
que no estaban convencidos, finalmente se decidieron a continuar con la
recuperación de la fábrica.
¿Qué forma legal han adoptado para poder seguir con la fábrica?
Por ahora operan la fábrica como sindicato de trabajadores. La batalla
legal que como sindicato mantienen con los propietarios les ha permitido
confiscar de manera legal todos los materiales y los productos ya
manufacturados que estaban dentro de la fábrica. Los productos ya
fabricados los sacaron a subasta para pagar una parte de los sueldos que
se les debían y parte de las deudas que la empresa tenía con otros
acreedores. Esta forma legal permite, de momento, poder vender el
producto. Pero ahora están trabajando con un equipo de expertos para
encontrar la forma legal más apropiada, y pronto formarán una
cooperativa.
¿Cómo se organiza el trabajo en la fábrica recuperada?
El trabajo se reparte a través del sindicato de base. Éste, legalmente
debe tener una serie de cargos, como el presidente, el tesorero, etc.
Pero los propios trabajadores decidieron no darles validez a estas
figuras. Trabajan y toman las decisiones de manera asamblearia; cada
trabajador tiene un voto. Makis Anagnostu, el presidente del sindicato,
funciona a modo de portavoz, transmitiendo las decisiones de la
asamblea a los medios de comunicación y a otras organizaciones, pero no
tiene ningún poder propio.
¿Cuál es la viabilidad económica del proyecto?
Un equipo procedente de la Iniciativa de Solidaridad está colaborando
con los trabajadores para elaborar un plan de negocio y establecer cómo
se va a colocar el producto en el mercado y el volumen necesario para
garantizar unos salarios dignos. La situación es difícil, no sólo para
Vio.Me, sino para la economía griega. Con las últimas medidas
neoliberales que sufrimos en Grecia los sueldos han bajado mucho. La
meta de los trabajadores no es volver a tener sus sueldos anteriores,
sino simplemente poder sobrevivir y sacar adelante a sus familias. No
estamos seguros de si podremos recuperar a los clientes mayoristas, se
intentará vender también a minoristas. Pero hay alternativas que surgen
de la relación de los trabajadores con el movimiento de solidaridad.
Otra idea es modificar la producción para sacar nuevos productos, como
por ejemplo detergentes ecológicos de uso doméstico que se distribuirían
a través de tiendas y estructuras del amplio movimiento de economía
social y solidaria que ahora mismo está floreciendo en Grecia. Ya hay
alrededor de mil o 1.500 organizaciones de economía social y solidaria:
cooperativas de consumo, de producción, todo tipo de centros sociales,
etc. Además, el producto es bastante más barato que antes porque no
existe el coste del empresario. Al desaparecer ese beneficio, el
producto se abarata dos tercios.
¿Estas iniciativas son una alternativa para combatir la crisis?
Sí, además son una alternativa a la organización social. Estamos
construyendo un nuevo mundo. El 11 de febrero tuvimos un concierto para
recaudar fondos para comenzar con la producción. Fue un éxito. Uno de
los trabajadores explicó que lo que están haciendo no es sólo para sacar
adelante a sus familias, es una visión de lo que debería ser la
sociedad, una sociedad basada en valores como la solidaridad, la
proximidad, la justicia social. Es otra manera de hacer política, desde
abajo.